Reiner es un niño de siete años al que cariñosamente llamamos en la cuadra "el negrito" por su tez de ébano. Algunos fines de semana y en las vacaciones visita la casa de sus bisabuelos que son mis vecinos en la barriada habanera de Párraga.
El niño cursa el segundo grado y fue elegido como el alumno más aventajado del aula por sus relevantes resultados académicos. Pero, Reinier me preocupa, aunque no sea un miembro de mi familia.
Lo peor no es que en su casa vivan mucha gente y que el piso sea de tierra, salvo el de algunos cuartitos, sino que allí se juega al burle (apuestan dinero), y viven del "bisne".
Sus padres, que están separados, al parecer poco les interesa los avances académicos del niño, no cuidan de su desarrollo espiritual, porque eso para ellos no existe o es algo secundario.
Mi mamá que es profesora de inglés, fue maestra de Niurka, la madre de Reiner en un curso nocturno para que los jóvenes sin los estudios secundarios y preuniversitarios terminados pudieran alcanzar el 12 grado.
A mami le sorprendió la inteligencia de Niurka, que por fin ya tiene el 12, pero se dedica a vender cosas por ahí en lugar de preocuparse por su superación o ponerse a trabajar.
Creo que Niurka es una víctima del medio en que se crió, lo que también puede un día sucederle a su hijo.
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