
Resulta más común apreciar las habilidades danzarias de bailarines negros y mulatos en el ballet folklórico nacional, porque ese sí es un baile que le “pega más a las personas de color” y no en el ballet, donde lucen “raro y feo”.
Carlos Acosta
Hasta hace algunos años, era aún menos usual en la danza clásica cubana porque casi no existían o se perdían en el cuerpo de baile.
Eso ha cambiado algo, con la adquisición de algunas figuras jóvenes de esa raza.
Excepciones hay como Carlos Acosta, que entró al Ballet Nacional de Cuba en 1991 y en 1994 alcanzó la categoría de primer bailarín de esa compañía.
Por su técnica, fuerza y versatilidad Acosta se ha convertido en una de las figuras más destacadas del Ballet mundial, pero sus inicios en la danza clásica distan de ser una historia de amor por el arte.
Escenarios como el Royal Opera House, el American Ballet Theater y el Bolshoi han ovacionado sus actuaciones. Ojalá en un futuro cercano, sean más frecuentes aplausos y bravos a otros jóvenes como él.
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