jueves, 4 de diciembre de 2008

Un día para vestirse de rojo en Cuba

Por: Charly Morales Valido (Perdiodista de Prensa Latina)

La Habana, 4 dic (PL) La celebración iberoamericana del Día de Santa Bárbara tiene un especial colorido en Cuba, donde muchos prefieren hoy vestirse de rojo por fe, por cultura e incluso "por si acaso".
Cada 4 de diciembre muchos aquí usan invariablemente una prenda u accesorio del emblemático color de la Virgen Guerrera, también conocida como Shangó en la religión afrocubana.
La mártir católica de Nicomedia es representada con una pañoleta roja, símbolo tan arraigado como su espada, las torres o el rayo que también identifica al Shangó traído por los esclavos africanos.
Pero entonces les era impedido venerar a sus deidades u "orishas" públicamente, y optaron por fundir su culto con el cristiano, dando lugar al sincretismo religioso que predomina en Cuba.
Tal prejuicio duró hasta que dos clásicos de la música popular cubana contribuyeron a romper tabúes sobre la religión "yoruba" (afrocubana): "Que viva Shangó" y "¿Qué tu quieres que te den?".
Estrenado en 1948, el primero de dichos temas aún identifica a la cantante Celina González, quien asegura que le debe su éxito a esa canción, nacida tras una aparición de la mismísima Santa Bárbara.
A su vez, el sonero Adalberto Álvarez mostró su raza de cronista social y puso a bailar a toda Cuba cantando sin rodeos: "Hay gente que te dice que no cree en ná, y van a consultarse por la madrugá".
Tanto pegó entonces "¿Qué tu quieres que te den?" que Adalberto, también conocido como el Sonero Mayor, lanzó una versión hace dos años y nuevamente copó las listas de éxitos radiales.
Más allá de tales manifestaciones culturales, la liturgia de Shangó es conocida como "guemilere" o fiesta con tambores que, según la mitología "yoruba", nadie toca como el Orisha del Rayo.
En sus altares, donde nunca falta el vino casero y las manzanas, se sentirá empero este año el efecto de varios huracanes que arrasaron en Cuba con los cultivos de plátano, la fruta predilecta de Shangó.
Muchas cualidades de esta divinidad explican su popularidad en Cuba: su carácter guerrero y a veces explosivo, su jovialidad y pasión por la música, la buena comida y, sobre todo, las mujeres.
Según un refrán autóctono, "muchos se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena", lo cual es muy cierto.
Sin embargo, también es real que aquí a cualquiera le "da Shangó con puyas", una reacción nada recomendable para quienes ponen a prueba la paciencia de los cubanos.

domingo, 30 de noviembre de 2008

La Salsa


¿Qué cubano no disfruta al bailar la salsa?, un género musical tan mezclado y sabroso como el Caribe mismo. Sobre su orígen hay un gran debate, qué si es de Cuba, qué si nació en Puerto Rico, pero lo cierto es que hace mover los pies "al más pinto de la paloma".

Cubanos bailan salsa en una rueda de casino.
Foto Revista Bohemia

Los instrumentos que aportan su característica sonoridad son el bongó( dos pequeños tambores unidos uno al otro, cuyo orígen se encuentra en los tambores africanos), los timbales, uno de los instrumentos claves que consisten en dos cajas de metal, dos tambores unidos entre sí y montados en un pie, la paila, las maracas- dos cáscaras duras rellenas de semillas con mango-, el güiro cuyo nombre proviene del árbol güira, de la cual se toma una rama se ahueca, se les forman estrías a un lado y se hacen sonar con una baqueta; en la actualidad también se construyen de metal, y las tumbadoras, de las cuales existen tres tipos quinto, conga y tumbadora, la primera más fina y aguda que se usa para improvisar, de la segunda pueden sacarse dos tonos agudo y grave y la última, se caracteriza por se más ancha y tener un sonido grave.
A esos instrumentos se suman los trombones, algunas orquestas como Los Van Van incluyen el bajo y la guitarra eléctrica.
A diferencia de otros países de la región en Cuba la sonoridad de la salsa puede calificarse como más agresiva, trepidante, y recibe el nombre de Timba. Aquí los bailadores ponen en función del baile casi todas las partes del cuerpo, principalmente los pies, caderas, cintura y los hombros.
La música se baila en pareja y en un momento se separan y comienzan a mover de forma convulsa la cintura, la mujer da la espalda al hombre y se menea en imitación del acto sexual.
Después vuelven a juntarse e improvisan complicadas vueltas, en ocasiones a una pareja se unen otras y se forma de forma espontánea una gran rueda de casino que puede abarcar casi un salón.
"Enchúfala (a la mujer), el yogurt, dame una (cambio de pareja), dame dos (otro cambio)...!, son algunas de las orientaciones que da el líder de la rueda.
En los últimos años, la población más jóven entre 12 y 25 años, siente mayor atracción por el reguetón una música que ha opacado a la salsa en las fiestas, hacen movimientos repetitivos, al ritmo de una música repetitiva, claro son otros tiempos, pero se pierden el placer de bailar una buena rueda de casino, al son de los Van Van, Adalberto, Paulito FG, y otros músicos de aquí.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Disparos sin escopeta

El profesor cubano y negro Esteban Morales, ha dedicado parte de su trabajo profesional al estudio del problema racial en Cuba, un asunto que permaneció casi dormido durante mucho tiempo y que se “destapó” con el período especial.

En esta entrevista concedida a la revista Alma Mater, Morales trata de cómo el tema racial aún es un “talón de Aquiles” de la sociedad cubana, fisura que puede ser aprovechada por Estados Unidos para hacer daño a la Revolución Cubana y que debe ser bien solucionada “Malecón adentro”.

El economista y politólogo cubano tiene razón, recién encontré en el Nuevo Herald una entrevista a un etnólogo cubano emigrado en Brasil, titulada Negritud, marea amordazada de la Revolución Cubana, en el que me llamó la atención el empleo del concepto negritud en el título.

En Cuba no existe una etnia en específico, al menos esa es mi opinión, si una raza- de por si mezclada- que por el racismo, el cual dio origen a la esclavitud, estuvo durante años marginada y quedan aún muchos rezagos de esa discriminación, que son necesarios eliminar por el bienestar de nuestra sociedad.

Creo que las opiniones desde afuera, no siempre son bien intencionadas, aunque el que las emita sea un negro.

Morales quien es autor de un libro Desafíos de la problemática racial en Cuba, dice que se resiste al factor subjetivo y que es lo más objetivo posible a la hora de tratar el tema.

Espero les guste esta entrevista y saquen sus propias conclusiones.


Disparos sin escopeta

Entrevista a Esteban Morales

Por Hilario Roseta Silva

Malecón adentro


A pesar de que ya era un asunto espinoso desde antes de que iniciáramos las luchas independentistas, poco se ha escrito sobre el tema; no son muchos los historiadores que le prestaron atención; son raros los estudios que lo ubican en la actualidad; lamento que de él se ocupara gente que reside fuera y que no siempre comparte nuestras circunstancias.

Arrancó a hablar el profesor universitario Esteban Morales, el mismo que cuando aún dirigía el hoy Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana (UH), intuyó que la dinámica interna de la cuestión racial podría devenir talón de Aquiles hacia donde dispararían sus dardos los hacedores de la política norteamericana contra Cuba.

Qué valioso sería que espíritus surgidos desde dentro diesen la pauta —agregó—; los temas de nuestra realidad no se regalan; debemos ser los primeros en abordarlos; el problema racial podría ser otro de los argumentos con los que Estados Unidos nos atacara; esta es una temática «del Malecón para adentro», que atañe a los cubanos.

Miembro de la Academia de Ciencias durante dos mandatos, doctor en Ciencias Económicas y doctor en Ciencias, Esteban ha ejercido como profesor invitado en unas veinte instituciones de enseñanza superior de diez países de América, Asia y Europa. Justamente por ser negro, cada vez que llega a Estados Unidos le preguntan cómo es el trato que reciben sus iguales en la Cuba contemporánea.

Ñandú cubano
Existe allí ese interés —abundó—, saben del proceso acaecido en la Isla y ese es un tema sensible para ellos. Cualquiera que se presente ante un público estadounidense para tratar una materia equis, y compruebe que por ser negro el auditorio insiste en preguntarle sobre la discriminación racial en Cuba, tendrá que estudiarla en profundidad: no podemos permitir que siendo el nuestro uno de los países que más ha trabajado por la igualdad de oportunidades para todo su pueblo, la cuestión permanezca silenciada… Estamos frente a un tópico complejo: tiene que ver con su tratamiento histórico entre nosotros y con nuestra realidad interna actual; influye sobre el contexto de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y sobre las alianzas políticas de la Isla; y se conecta con nuestra capacidad para aprender de los errores cometidos en el abordaje de otros temas.

Siendo usted negro, ¿no se expone a obsesionarse con tales investigaciones?

Esperé 15 años para «lanzarme al agua» —consideró—, deseando que la temática madurase en mí; definir temas de investigación es una cosa y comenzar a trabajar en ellos es otra; en concreto puse manos a la obra en 1986; constaté que el estudio tenía varias fallas; existía un entorno, una realidad social, que no estaba siendo reflejada. Yo tenía 16 años en 1959; negro y pobre, había sufrido la discriminación; mas no podía escribir desde la posición del doliente, cuyo enfoque nunca es objetivo. También habría sido hipócrita: por las organizaciones sociales y políticas a las que pertenezco, por mi historial académico y profesional, por aparecer con frecuencia en los medios, podría decirse que soy de los negros que mejor uso hicimos de los derechos que la Revolución nos garantizó a todos los cubanos…Resistirme a la subjetividad es una de mis metas cuando me siento a escribir; no estoy obsesionado con el tópico, al respecto tengo un prisma científico; pero la emoción tampoco puede estar ausente, así que busco un equilibrio entre los dos polos, con la máxima de que este es un lastre para mi país, y de que como intelectual revolucionario tengo el deber y el derecho de aportar mi grano de arena en su estudio, comprensión y solución; debemos ser honestos en el análisis histórico, y evitar comportarnos como el avestruz que esconde la cabeza y deja fuera las partes vulnerables.

Tiro al blanco
Fue alumno ayudante de la Facultad de Economía de la UH, de donde se licenció en 1969; luego trabajó allí como profesor y dirigió en diferentes épocas la Escuela de Ciencias Políticas y el decanato de la Facultad de Humanidades, ambas de la propia UH. Aseguró que el capítulo más reciente de la causa que venimos tratando, fue abierto por Fidel en marzo de 1959, y padeció, a partir de 1962, un largo silencio, por fortuna ya interrumpido.

Sí, la problemática racial ha sido complicada de punta a cabo de nuestra historia; siempre fue presentada cual manzana de la discordia; ya a fines del siglo XIX, la apología norteamericana, y también la colonial española, pregonaba que los negros que luchaban por la independencia del país, ansiaban instaurar en Cuba una república al estilo haitiano, y criticaban la autoridad de Maceo y otros jefes negros…Cien años después, el problema racial no aparecía en el programa del Moncada, mas era una preocupación para el Movimiento 26 de julio y estaría incluido en su afán de conquistar las libertades públicas y la democracia política; no es casual que hacia fines de marzo de 1959, Fidel Castro comenzara a plantear la cuestión en varias de sus intervenciones.

Alma Mater consultó el discurso del 22 de marzo de 1959. El Comandante llamó a hacer una campaña para acabar con el trato de inferioridad que se le daba a los negros en la Isla:

«Ha existido en nuestra patria […] —decía Fidel— el bochornoso procedimiento de excluir al negro del trabajo. […] Hay dos tipos de discriminación racial: una, […] en centros culturales o de recreo, y otra, […] en los centros de trabajo; […] si una delimita las posibilidades de acceso a determinados círculos, la otra, mil veces más cruel, delimita el acceso a los centros donde puede ganarse la vida, […] y así cometemos el crimen de que al sector más pobre le negamos, precisamente más que a nadie, la posibilidad de trabajar. […] Hay que dictar el anatema y la condenación pública contra aquellos hombres […] que tienen el poco escrúpulo de venir a discriminar a unos cubanos […] por cuestiones de piel más clara o más oscura. […] Vamos a terminar con la discriminación racial […], haciendo una campaña para que se ponga fin a ese odioso y repugnante sistema…» 1

A flote
Con todo —continuó Esteban—, desde el propio 1959 comenzó a agudizarse el conflicto entre Cuba y Estados Unidos: en enero del 61 Washington rompió sus relaciones diplomáticas con la Isla, en abril se produjo el ataque mercenario por Playa Girón, el imperialismo continuó apoyando a las bandas contrarrevolucionarias, y de nuevo el tratamiento de la materia cayó en un entorno desfavorable. El fantasma de la diferencia racial, vista como fuente de división social o elemento de segmentación entre las fuerzas revolucionarias, factores de los que el enemigo podría aprovecharse, trascendió a la época. En 1962, ya denunciado el sectarismo, en la antesala de la Crisis de octubre, después de la Segunda Declaración de La Habana, de la exclusión de Cuba de la OEA y de la orden presidencial estadounidense que estableció el bloqueo total sobre el comercio entre los dos países, el tema «voló» de la palestra pública y devino tabú; cuando alguien hablaba sobre él, lo hacía en tiempo pasado; el silencio se prolongó hasta fines de los años 80 y principios de los 90; la crisis que nos atacó desde afuera, y que condujo a una crisis interna, extendida a todas las esferas, lo sacó a flote: a pesar de la gran obra social y humana de la Revolución, no había sido resuelto definitivamente.

¿A juzgar por cuáles signos se hizo más o menos evidente, a la altura del período especial, que el tópico pendía de solución?

Se manifestó tanto en cortapisas a las oportunidades de empleo, dolorosa forma discriminatoria que, como dijera Fidel, delimita la posibilidad de que la persona se gane la vida, como al acceso a la educación superior y a posiciones protagónicas en ciertas esferas. Hay otro dato: el 85 % de los cubanos establecidos en el exterior son blancos; los negros y mestizos solo comprenden el 15 % del total, y emigraron tarde, casi sin contar con ningún apoyo en los países receptores, máxime en Estados Unidos; en consecuencia, son los que están en peores condiciones para ayudar a sus familiares en la Isla; las remesas en Cuba las reciben en esencia los blancos y, entre ellos, intelectuales y personas que tradicionalmente tuvieron poder adquisitivo…

Anchos de conciencia
Esteban escribió varios trabajos sobre la temática y un señor texto, Desafíos de la problemática racial en Cuba, 2 presentado en la 17 Feria Internacional del Libro Cuba´08. Sus premisas están en Cuba: algunos desafíos del color, reconocido con el tercer premio ex aequo por el jurado de la tercera edición del Concurso Internacional de Ensayo Pensar a Contracorriente que se reunió en La Habana en el 2006. Según el veredicto, el ensayo da una visión crítica de un tema vigente en Nuestra América, la cuestión racial y cultural, y trata el complejo proceso de supresión de los lastres racistas en un país revolucionario.

El ensayo testifica —recapituló el investigador —que la problemática racial tal vez sea la más compleja, «desconocida» y difícil de nuestra realidad social; ningún problema provoca entre nosotros tanta inquietud, preocupación y recelo; es fácil encontrar personas que no desean escuchar nada sobre él, y si lo oyen evitan hacer comentarios; ¿ignoran que esta es una cuestión vinculada a otras, como son, economía, equidad, derechos humanos, desigualdad, justicia social, marginalidad y discriminación religiosa?; las potencialidades del asunto dependerán de quién y con qué objetivos lo maneje; su arista negativa reside, como ya vimos, en su componente potencial de división social; su lado positivo esta ligado a la búsqueda de la integración cultural y social y a la lucha por la unidad nacional. Pero vuelvo a lo de la «ignorancia»; me refiero al desconocimiento en un doble sentido: es cierto que mucha gente conoce poco de la materia, pero también hay muchos anchos de conciencia, fríamente interesados en ignorarla.

¿Parabienes de la cuna?
En aras de percibir de una vez, cuál es el origen del tema, ¿podríamos olvidarnos de si en Cuba restan o no lastres discriminatorios?

Podríamos obviar que subsistan voluntades para ejercer el racismo, podríamos hasta esquivar la pregunta de si la cultura cubana es capaz de reproducir, per se, actitudes segregacionistas; bastaría con revisar, insisto, nuestra historia; los blancos, negros y mestizos no tienen los mismos puntos de partida; los colonizadores, con credenciales de blanco —y no significa que lo fuesen—, llegaron como tales; mientras, los negros fueron traídos como esclavos y los mestizos surgieron de las mezclas…Las marcas se traspasaron de una generación a otra; las estadísticas de la república burguesa señalan, si de riqueza en Cuba se trata, que negros y mestizos están representados por montos exiguos; pero es que luego de 1959 aquellos puntos de partida siguieron reflejándose cual huellas de un colonialismo y neocolonialismo de cinco siglos que no pueden borrarse en cinco décadas. Hablamos del carácter prejuicioso nato de nuestra cultura; el elemento hispánico ejerció un papel hegemónico desde el mismo descubrimiento; el sabio cubano Don Fernando Ortiz concluyó que desde el siglo XVI, aquí fueron igualmente invasoras las clases, las razas y las culturas; ¿se entiende eso? A muchos de los cubanos de hoy quizás no les sería difícil autoproclamarse machistas, no obstante, es raro que alguien admita ser catalogado como racista, cuando uno le dice al otro, «tú eres racista», este se ofende; sin embargo, la discriminación racial también es un remanente de aquel nacimiento y desarrollo.

Te odio mi amor
Es paradójico —apreció Alma Mater—, que a pesar del contexto discriminatorio, del espíritu hegemónico, de una primera gran coloración en los tonos contrastantes blanco y negro, y de que los procesos ulteriores de codificación racial se basaron en la diferencia, al fin y al cabo pudiera cocerse o cocinarse el «ajiaco cubano».

Los niveles de mestizaje en el Caribe hispano y en Cuba —recalcó Esteban—, son mayores que en el Caribe anglófono, francófono y holandés; allá los procesos de mixtura social estuvieron condicionados por la distancia física entre los dueños blancos y los esclavos negros; hoy todos los cubanos cantamos lo mismo y bailamos igual; no somos un pueblo de verdad católico, ni siquiera somos en serio religiosos, pero somos creyentes, sincréticos, fundimos creencias cristianas con elementos religiosos africanos; sin dejar de ser uno, porque no tenemos etnias ni minorías, somos un pueblo multicolor. Recuerdo las exposiciones con rostros de miles de artistas, deportistas y mujeres cubanas, que un fotógrafo francés inauguró a fines de los años 90 en La Habana; 3 en ellas se pudo apreciar que somos una relación de tonos y gradaciones del negro y el blanco, un catálogo de perímetros craneales, labios, bocas, narices, pelos, etcétera, etcétera, etcétera; en efecto, a mí me remitieron al llamado por Fernando Ortiz, «ajiaco cubano»; pero ¡ojo!, el tal guiso todavía no hierve, y hay que seguirlo revolviendo y vigilar a quienes quisieran bajarle la candela; a algunos no les interesa participar de un caldo donde restan por ablandarse más carnes y viandas de las que habríamos podido imaginar.

Solo por excepción
Fidel de nuevo abordó públicamente el tópico racial el 7 de febrero de 2003. El líder de la Revolución declaró que esta, amén de los derechos y garantías alcanzados para todos los ciudadanos, no había logrado «el mismo éxito en la lucha por erradicar las diferencias en el estatus social y económico de la población negra». 4 El Comandante volvió sobre su propia reflexión el 5 de diciembre de 2004, en el Palacio de Convenciones, en la clausura del VIII Congreso de la UJC. Alma Mater también consultó el texto:

«Las palabras de este párrafo —pormenorizó el aún entonces presidente cubano— fueron pronunciadas por mí, sin vacilación alguna, […] en la clausura del Congreso Internacional Pedagogía 2003 […]. Era algo que llevaba por dentro y deseaba exclamarlo; triste herencia de la esclavitud, las sociedades de clase, el capitalismo y el imperialismo. Nunca existió en ninguna parte una verdadera igualdad de oportunidades. La posibilidad de estudiar, superarse y obtener un título universitario fue siempre patrimonio exclusivo de los sectores que poseían más conocimientos y recursos económicos. Solo por excepción los pobres escapaban de este fatalismo.» 5

De marzo de 1959 a febrero de 2003, transcurrieron 44 años —concluyó Esteban Morales—; una vez más Fidel nos tiró un cabo para continuar nuestros estudios; proclamó que los avances alcanzados por el socialismo habían creado las bases, pero que faltaba dar el salto; dijo bien al afirmar que gracias a la Batalla de Ideas, la vida de los niños, los adolescentes, los jóvenes y la familia cubana de hoy, ya no es igual a la de fines de los 90; en Cuba el racismo no es institucional; el gobierno, el Partido, las instituciones, no son racistas; nunca antes los negros y mestizos habían contado con un gobierno que defendiese sus intereses; pero los lastres discriminatorios restan en la conciencia individual, en actitudes de grupos y personas concretas; de esa dicotomía nace la fuerza que intentó e intenta silenciar el tema y que, por contraposición, contribuye con su persistencia, propicia el resurgimiento de ideologías segregacionistas, y plantea el peligro de reconstruir el racismo en la conciencia social de la nación.


1 Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, primer ministro del Gobierno Revolucionario, en el Palacio Presidencial, el 22 de marzo de 1959. Sus alocuciones y entrevistas sobre este y otros temas del momento, están recogidas en los volúmenes que integraron los dos tomos de la selección temática sobre su pensamiento. Véase Castro, Fidel. El pensamiento de. Selección Temática. Tomos I y II, Editora Política, La Habana, 1983. /

2 Morales Domínguez, Esteban. Desafíos de la problemática racial en Cuba. Fundación Fernando Ortiz, colección La Fuente Viva, volumen no 29, La Habana, 2007. /

3 Se trata de las exposiciones fotográficas Mil artistas cubanos, Mil deportistas cubanos, y Mil mujeres cubanas, que el francés Pierre Maraval inauguró en 1996, 1997 y 1998, en ese orden, en el Pabellón Cuba, ExpoCuba y el hotel Habana Libre, respectivamente. /

4 Castro Ruz, Fidel. Seguiremos creando y luchando. VIII Congreso de la UJC. Discurso de clausura pronunciado por el Comandante en Jefe. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. La Habana, 2004, p. 18./

5 Ídem.


sábado, 1 de noviembre de 2008

Sobre los negros en la Universidad

Este interesante trabajo investigativo sobre la presencia de estudiantes negros en las Universidades lo encontré en las páginas de la revista Almamater.


Tanto como las altas instancias
de la Revolución, los
universitarios cuestionan
que se hayan borrado del todo
las diferencias en el estatus
de la población negra en Cuba



Etnia, origen y cultura. El que no tiene de Congo...

Por Sandra Pérez, Héctor Reyes y Danny González,
estudiantes de Periodismo
(Tutor Hilario Rosete Silva)

TIRANIA DE LA MEMORIA

«Y, ¿qué tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial de su vida en esta Cuba nueva? […] Que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no solo entre los alumnos, sino también entre los profesores...»

Así exhortó el Comandante Ernesto Che Guevara a las nuevas generaciones, en el discurso que pronunció en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, al ser nombrado Doctor Honoris Causa en Pedagogía, el 28 de diciembre de 1959. 1

Medio siglo después, en nuestras aulas hay blancos, negros y mestizos, especias de aquel sabroso ajiaco con el que el historiador y antropólogo Fernando Ortiz, definió lo cubano. A diferencia de lo que ocurría en la república burguesa, donde la Universidad era considerada patrimonio de una elite «blanca», hoy todos tenemos derecho a la Enseñanza Superior: cada joven, amparado en un amplio y gratuito sistema de institutos, universidades y sedes municipales, y en la misma gratuidad del material académico, tendría oportunidad de licenciarse. Sin embargo, muchos aún se preguntan si en las universidades cubanas subsisten vestigios racistas. No en vano el Dr. José L. Martínez Barroso, profesor auxiliar de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana (UH), divide el racismo en dos vertientes o categorías.

«Una se inclina hacia lo cotidiano», explicó el sociólogo, «y se expresa en estereotipos, como por ejemplo, cuando nos asombramos de ver una mujer negra con un hombre blanco, o una blanca con un negro. La otra se mueve en los planos ideológico y filosófico, se evidencia en el orden cultural y simbólico, y guarda relación con un todo sistémico, porque va de lo nacional a lo local, tiene que ver con la imagen del negro que se ha querido construir: la Universidad es un subsistema de la sociedad, y no está exenta de los vestigios racistas que permanecen sometidos a la memoria histórica, la experiencia social, la inercia de lo preconcebido y la idea de “crear al otro”.»

DILEMA DE ENGARCE

En el albor de la historia, el Caribe estaba poblado por pueblos amerindios. Dichas etnias primitivas, sufrieron un cambio brusco —y otros posteriores, progresivos y no menos violentos— a causa de la colonización. El choque de las culturas propició el surgimiento de lo «negro» y lo «blanco» cual polos opuestos, raciales y jerárquicos, en los ámbitos social, político y económico. Pensadores de la talla del economista criollo Francisco de Arango y Parreño (1765-1837) se expresaron así:

«Necesitamos (en el campo) una población blanca, que además pueda constituir las milicias. En caso de que (en las plantaciones atendidas por los negros) haya problemas, esa será la fuerza para contrarrestarlos… Escribo para la época en que se borre la memoria de lo que tuvimos que hacer. A los negros los trajimos por necesidad. La sociedad cubana es blanca por esencia.» 2

En octubre de 1886, una orden real abolió la esclavitud en la Isla; los 122 años transcurridos, nada son en la línea del tiempo de la humanidad. Aun cuando en otro octubre, de 1868, los hechos protagonizados por Carlos Manuel de Céspedes en su ingenio Demajagua ya habían iniciado el proceso unificador de la nación, era predecible que los antagonismos arraigados en la conciencia individual y colectiva, exacerbados durante la república, trascendieran a la contemporaneidad.

«El destino del negro dentro de la sociedad como sujeto de conflicto», precisó Yolanda Wood, doctora en Ciencias sobre Arte, «se debe a cuatro razones básicas: fue arrancado de su tierra natal; sometido a un proceso de “deculturación” consciente; colocado en el nivel de esclavo; y despojado de sus derechos humanos y sociales. Los cuatro factores contribuyeron al dilema de interconexión entre las ideas y los hechos ocurridos en el seno de la sociedad cubana.» 3

Las «zagas» se arrastraron hasta aquí y siguieron condicionándonos. En el discurso de clausura del VIII Congreso de la UJC, el Comandante en Jefe Fidel Castro retomó las palabras de un párrafo pronunciado por él, «sin vacilación alguna»,4 en las conclusiones del Congreso Internacional Pedagogía 2003, el 7 de febrero de ese año.

«La Revolución, más allá de los derechos y garantías alcanzados para todos los ciudadanos de cualquier etnia y origen, no ha logrado el mismo éxito en la lucha por erradicar las diferencias en el estatus social y económico de la población negra del país, aun cuando en numerosas áreas de gran trascendencia, entre ellas la educación y la salud, desempeñan un importante papel.»5

SIN MOLESTIAS

«En las pruebas de aptitud e ingreso a la Enseñanza Superior, todas escritas, no existe ningún acápite que exija especificar el color de la piel; en ellas solo se evalúa el conocimiento y la preparación de los alumnos; no creo que en mi universidad haya racismo», declaró Jorge García, estudiante de Arquitectura (5to año) del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría.

Otros, como Maroly Loredo, alumna de Medicina (1er año) del Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón, dijo que siendo negra, nunca se ha sentido discriminada por sus compañeros o profesores.

Aunque muchos jóvenes piensen como Jorge y Maroly, la realidad de algunos auditorios universitarios podría analizarse desde otras ópticas. «Basta con mirar la composición de ciertas aulas», consideró Yandrey Lay, egresado de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la UH, «en la mía, de 45 personas, solo cinco éramos, somos, negros, y la mayor parte del tiempo las bromas se dirigían contra nosotros. Nadie decía, “caballeros, miren para el blanco”, y sí, “¡eh!, miren para el negro”. Sin duda, hay discriminación racial, económica y regional.» Aunque el problema ni es crítico, ni quebranta la sociedad que construimos, urge lograr un sincero y abierto acercamiento al tema, sin prejuicios ni incomodidades.

HUMANIDADES SI, COLORES NO

Dicha aproximación evidenciaría cuánto hemos progresado en el conocimiento del fenómeno en los últimos 50 años. Los juicios de Adalberto, «Pepo», Hernández, presidente de la FEU Nacional, confirman ese avance.

«Vista como política segregacionista», ponderó el dirigente, «o como acción que separa o divide, con alevosía, a los seres humanos, la discriminación no se manifiesta ni en la Universidad, ni en ningún otro ámbito del país; pero si analizamos la composición estudiantil de nuestras universidades tradicionales, no incluyo a los beneficiados en los últimos seis años con la Universalización de la Enseñanza Superior, vemos que no se corresponde con la composición poblacional: en muchos centros de la Isla, el número de estudiantes negros es menor que el de blancos.

«La desproporción se refleja en la estructura del Consejo Nacional de la FEU; en el curso académico 2007-2008, el órgano reunió a 158 miembros, y menos del 13 por ciento éramos negros; claro, tampoco la Universidad ni los alumnos son los responsables, ellos eligen a quienes han demostrado cualidades para representar al estudiantado sin que importe su origen étnico; la cuestión es de índole histórica, y tiene que ver con todo lo planteado por el compañero Fidel en la clausura de aquel Congreso de Pedagogía 2003.

«El Comandante habló de una “discriminación objetiva” 6 que afecta a los que a lo largo de la historia fueron los sectores más marginados, y reconoció que aunque la abolición formal de la esclavitud en Cuba se produjo hace más de cien años, los hombres y mujeres sometidos a ese sistema continuaron viviendo durante casi tres cuartos de siglo como obreros en apariencia libres, en barracones y chozas de campos y ciudades, donde las familias apenas disponían de una sola habitación, sin escuelas ni maestros, ocupando los trabajos peor remunerados.

«Fidel recordó que otro tanto ocurría con mucha gente blanca, muy pobre, que emigraba del campo a las ciudades, y confesó que lo triste es observar que esa pobreza, asociada a la falta de conocimientos, “tiende a reproducirse” 7, y que otros sectores, en su mayoría de clase humilde, pero en mejores condiciones de vivienda y trabajo y con mayores niveles de conocimientos, que pudieron aprovechar mejor las posibilidades ofrecidas por la Revolución y hoy son el grueso de nuestros universitarios, también “tienden a reproducir sus mejores condiciones sociales vinculadas al conocimiento” 8.

«Estas ideas nos permiten comprender por qué en una sociedad como la nuestra, al decir del Comandante “determinados sectores están llamados a ocupar las plazas más demandadas en las mejores instituciones educacionales”9, plazas a las que se accede por expediente y exámenes, donde se refleja el influjo de los conocimientos que atesora el núcleo familiar y, más tarde, a desempeñar las más importantes responsabilidades, mientras otros, con menor índice de conocimientos, suelen asistir a centros de estudio menos demandados y atractivos, nutren las filas de los desertores de los estudios en el nivel medio superior y obtienen menor cantidad de plazas universitarias.

«Sobre este mismo asunto reflexionó, desde las páginas de Alma Mater, por los días del natalicio del Che, el profesor Germán Sánchez Otero, actual embajador de Cuba en Venezuela. Afirmaba que para juzgar a los jóvenes, habrá que saber a qué familias pertenecen, si son del campo o la ciudad y cuáles son sus niveles de ingreso y formación educacional, política y cultural; él explicaba que de esto dependerá que unos ingresen en la Universidad y otros no, aún cuando todos tengan la misma edad y hayan estudiado en el mismo sistema; “unos y otros son iguales”, decía él, “pero a la vez unos tienen más posibilidades que otros”.10 Por ahí se cuela la discriminación.

«La FEU deberá preocuparse por extender la comprensión de este fenómeno. A veces la gente me ve por la calle y me felicita porque soy negro y presido la Federación: “Eso es para que demuestres que los negros son más que bailadores, y deportistas.”

Tales declaraciones, ¿no serán sospechosas de racismo?, ¿acaso se felicita al jefe de una empresa que es blanco porque lo es? Cumpliendo el sueño de Martí, la Revolución cultiva entre nosotros “el culto a la dignidad plena del hombre”; mas para recoger los frutos, nadie podría venir a menos; en ocasiones las personas se menosprecian; creen, o se les ha hecho creer, que no alcanzarán ciertas metas porque son negros, o porque son de provincia, o porque para tal deporte o rama del arte se necesita cierto fenotipo; lo que deben hacer es valorarse y enfrentar la vida como seres humanos plenos y dignos».

"TIENE DE CARABALI"

«Cualquier cubano podría aproximarse a la cuestión racial; este no es un problema de raza, sino de conciencia; cualquiera podría darse cuenta de que existe el conflicto, e incluso percibirlo desde la ética; pero en lo físico solo el no-blanco puede sentirlo: el otro nunca sufrirá las diferencias por ser negro. No obstante, insisto, cualquiera podría dedicarse al análisis del tema y sentir cómo la exclusión también lo agrede a él. Este no es un asunto de blancos, negros o mestizos, sino de cubanos; en la solución de este problema deberá trabajar, junta y mucho, toda la sociedad.»

Así se expresó el economista y politólogo Esteban Morales en la revista digital La Jiribilla.11 Estudios científicos avalan los valores morales de su discurso y los deberes éticos que emanan de él; no podemos decir, a la luz de análisis especializados, que todos los seres humanos somos iguales; entre un individuo y otro hay una diferencia de tres mil bases nitrogenadas como mínimo; en dicha cifra, el 0,1 por ciento de la información genética de una persona, está el fundamento de la biodiversidad de la especie; con todo, en los últimos años los investigadores probaron la poca validez del concepto de raza.

Primero se clasificó a la humanidad en cinco grupos —negroide, mongoloide, caucásica, amerindia y oceánica—; pero desde la segunda mitad del siglo XX comenzó a quedar claro, que si bien era posible concebir fronteras nítidas entre las subdivisiones según sus rasgos morfológicos —pigmentación de la piel, estructura corporal, forma de la nariz, color, traza y grosor del cabello—, el análisis genético demostraba que las variantes hereditarias cruzaban los límites y les permitían a las razas entremezclarse. Por ende, en el mundo globalizado de hoy ya no podemos hablar de razas puras; el uso del término como elemento de diferenciación es obsoleto; más que blancos, negros o mestizos, deberíamos contar, en el sentido de ser importantes o necesarios, por las acciones que realicemos y, sobre todo, por el amor que le demos al prójimo.

En tiempos de la esclavitud, el habitante blanco de Cuba especulaba sobre «el otro», diferente de él; apuntando a dos de los grupos étnicos que, sacados de África, llegaron a la Isla en calidad de esclavos, presuponía que ese «otro», cuando no tenía de congo, tenía de carabalí.12 Con los años, el dicho se convirtió en bumerán, en frase de negro para defenderse de quienquiera que se las dé de blanco, o se ría de él por ser negro; y alude a la mezcla de rasgos étnicos característica de nuestra ciudadanía.

Los estudios del Centro Nacional de Genética Médica patentizaron, en noviembre de 2007, la verdad de la afirmación: el 73,8 por ciento de nuestros «genes fundadores» proviene de ancestros europeos; el 16,8 de africanos; y el 9,4 de indocubanos y asiáticos…13 Con esos truenos, en el contexto de la población cubana, ¿qué cosa es raza?, ¿quiénes son los negros?, ¿los que son de color blanco y tienen un 70 por ciento de genes oriundos de África, o los de piel negra y tienen un 60 por ciento de genes provenientes de Europa?

Hace 76 años, en el prólogo de Sóngoro cosongo, Nicolás Guillén, nuestro poeta nacional, hito de la literatura caribeña, nos dio, sin proponérselo, una respuesta: «Algún día se dirá: “color cubano”.»14Quizás ese será el matiz que cobraremos todos los jóvenes que, desde las aulas universitarias, aspiramos a convertirnos en profesionales íntegros, libres del prejuicio racial: seguir otro camino sería «desteñirse»…


1 Guevara, Ernesto. «Que la Universidad se pinte de negro, de mulato, de obrero, de campesino.» Obras 1957-1967. Casa de las Américas, La Habana, 1ra edición, t. 2, pp. 34-35./
2 Rosete Silva, Hilario y Guanche, Julio César. «Etnia, raza y unidad nacional.» El hombre en la cornisa. Editora Abril, La Habana, 2006, p. 77./

3 Ídem, p. 88./
4 Castro Ruz, Fidel. Seguiremos creando y luchando. VIII Congreso de la UJC. Discurso de clausura pronunciado por el Comandante en Jefe. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. La Habana, 2004, p. 18./
5 Ídem./
6 Discurso pronunciado por el presidente de la República de Cuba Fidel Castro Ruz, en la clausura del Congreso Pedagogía 2003, en el teatro Carlos Marx, el 7 de febrero de 2003. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2003 /
7 Ídem./
8 Ídem. /
9 Ídem./
10 Rosete Silva, Hilario. «¿Seremos como el Che?» Alma Mater, jun. 2008, No 464, p. 8./
11 «Prisma científico para los desafíos del color». La Jiribilla, sep. 2006, No 279. Dossier 3er Concurso Internacional de Ensayo Pensar a Contracorriente./
12 La nomenclatura de los negros esclavos no se hizo según un sistema etnográfico, sino por empirismo y sobre circunstancias diversas: factorías negreras, poblaciones del interior, etcétera; predominó la geografía, y no la etnología./
13 Datos ofrecidos por la doctora Beatriz Marcheco, directora del Centro Nacional de Genética Médica, en el programa Mesa Redonda de la Televisión Cubana —sobre estudios, revelaciones y atención a problemas de salud en Cuba— transmitido el 22 de nov. de 2007 por Cubavisión./
14 Augier, Ángel. Nicolás Guillén. Obra poética 1922-1958. Volumen 1. Compilación, prólogo y notas por Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1980, p. 102.

lunes, 20 de octubre de 2008

El racismo: un problema latente en la negriblanca Cuba

Hallé esta nota de la agencia francesa AFP sobre la supervivencia del racismo en Cuba, uno de los problemas que trata es sobre el censo que en buena medida no refleja la verdadera proporción de negros y blancos. Muchos mulatos claros o casi blanco, optan por "desteñirse" más y aceptan la apreciación subjetiva de quien los inscribe, o si no, dicen que son blancos, como si no tuvieran padre o madre o abuelos mestizos.


El racismo: un problema latente en la negriblanca Cuba

LA HABANA, 20 Oct 2008 (AFP) - El racismo, atacado por Fidel Castro desde el Gobierno a partir de 1959, ganó terreno en los últimos años a partir de las desigualdades que generó la crisis de los '90 y en Cuba se demanda enfrentarlo con un debate nacional, leyes o medidas.

"Volvemos a constatar que son negros y mulatos (...) los que aún están o quedan en mayor desventaja, y que el racismo muestra su vitalidad cuando se aflojan los valores socialistas", señaló recientemente el ensayista Fernando Martínez.

En 2003, tres años antes de caer enfermo y alejarse del poder, Castro admitió el racismo subyacente como "un fenómeno asociado a la pobreza y a un monopolio histórico de los conocimientos" por parte de los blancos.

Tras la abolición de la esclavitud en 1886, la población negra o mestiza continuó ocupando los estratos económicos y culturales más bajos en la pirámide social de la isla, lo que provocó hasta una revuelta armada en 1912, con varios miles de muertos.

El racismo alcanzó tal fuerza en Cuba que el dictador mulato Fulgencio Batista, presidente entre 1952 y 1958, recibió "bola negra" en la votación secreta (con bolas de billar) que lo rechazó como posible socio de un selecto club de La Habana.

Esa mentalidad no se revirtió con la eliminación institucional del racismo, en 1959.

Un rápido panorama social muestra su persistencia: la mayoría de los presos, delincuentes, músicos, deportistas y trabajadores manuales son negros o mestizos; mientras que científicos, pintores, actores, técnicos, médicos y políticos, son mayoritariamente blancos.

El más reciente censo, realizado en 2002, arrojó que de los 11,2 millones de cubanos, 65% son blancos, 10% negros y 25% mestizos.

Esta clasificación, hecha por declaratoria de los encuestados, carece de confiabilidad para algunos especialistas, pues señalan que pudieron operar factores subjetivos.

La composición del censo se aproxima a la del Parlamento: de sus 614 diputados, 64,3% son blancos, 19,2% negros y 16,4% mestizos.

En el Consejo de Estado, máxima instancia del Gobierno de 31 miembros, 11 son negros y mestizos, mientras que en el Buró Político del Partido Comunista, la proporción es cinco de 24.

La Constitución establece desde 1976 que "todos los ciudadanos gozan de iguales derechos" y que la discriminación por raza, sexo o religión está prohibida y sancionada por la ley.

"En ningún país del mundo se podrán solucionar los problemas sociales si no hay interacción entre el Gobierno, la sociedad y la comunidad", estimó el bibliógrafo Tomás Fernández la pasada semana, al presentar un libro sobre el tema.

Las autoridades enfocan su actividad a elevar el nivel cultural de la población negra: se abrieron bibliotecas en las cárceles, se concibió un nuevo tipo de establecimiento penal, y se favoreció el acceso a becas y otras oportunidades a no blancos.

El Partido Comunista (PCC, único) creó en diciembre pasado una comisión para atender el tema y la televisión cubana reproduce spots en contra del racismo.

"Color Cubano", un proyecto auspiciado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), fomenta la toma de conciencia sobre la problemática racial.

Pero el crítico literario Roberto Zurbano es tajante: "Todos coinciden en que esa realidad puede ser transformada, (pero) no sabemos cuándo", porque "todavía no tenemos una estrategia social".

martes, 14 de octubre de 2008

Negras cubanas

Algunos chistes que circulan en Internet o nos envía algún amigo con la intención de hacernos reír son muy representativos de la imagen estereotipada que existen sobre las personas negras.
En el humor, principalmente de cabaret, abundan los cómicos que para buscar la risa fácil explotan la potencia sexual o la falta de cultura que se achaca a los negros
Aquí tienen uno de ellos.


Tres negras Cubanas
Tres negras Cubanas están en el aeropuerto y mientras esperan para tomar un
avión conversan entre ellas.
La primera negra dice: Yo no sé ustees, pero yo me voy a pone una tanguita
colo rosa ante e montame en ese avión.
¿Y pa qué...? Le preguntaron las otras dos.

Poque si el avión se cae y caigo con el culo pa rriba, la tanguita colo rosa
se va a ver desde lejos y será fácil rescatarme.
La segunda negra dice: Pues yo me voy a pone una anaranjada y
fluorescente.
¿Y por que de ese coló? Preguntaron las otras dos.
Porque si caigo al agua con el culo pa rriba, ese colo significa 'rescate'

La tercera negra dice: Pues, yo no me voy a pone naa'
¿Cómo dices? preguntaron las otras.
Yo voy sin panties, a culo pelao, como lo escucharon porque cuando se
cae un avión, lo primero que buscan es la caja negra....!!!

lunes, 6 de octubre de 2008

Reiner

Reiner es un niño de siete años al que cariñosamente llamamos en la cuadra "el negrito" por su tez de ébano. Algunos fines de semana y en las vacaciones visita la casa de sus bisabuelos que son mis vecinos en la barriada habanera de Párraga.
El niño cursa el segundo grado y fue elegido como el alumno más aventajado del aula por sus relevantes resultados académicos. Pero, Reinier me preocupa, aunque no sea un miembro de mi familia.

Lo peor no es que en su casa vivan mucha gente y que el piso sea de tierra, salvo el de algunos cuartitos, sino que allí se juega al burle (apuestan dinero), y viven del "bisne".

Sus padres, que están separados, al parecer poco les interesa los avances académicos del niño, no cuidan de su desarrollo espiritual, porque eso para ellos no existe o es algo secundario.
Mi mamá que es profesora de inglés, fue maestra de Niurka, la madre de Reiner en un curso nocturno para que los jóvenes sin los estudios secundarios y preuniversitarios terminados pudieran alcanzar el 12 grado.
A mami le sorprendió la inteligencia de Niurka, que por fin ya tiene el 12, pero se dedica a vender cosas por ahí en lugar de preocuparse por su superación o ponerse a trabajar.

Creo que Niurka es una víctima del medio en que se crió, lo que también puede un día sucederle a su hijo.

martes, 30 de septiembre de 2008

José Zacarías Tallet, autor del poema La rumba



La Rumba

¡Zumba, mamá, la rumba y tambó!
¡Mabimba, mabomba, mabomba y bomgó!

¡Zumba, mamá, la rumba y tambó!
¡Mabimba, mabomba, mabomba y bomgó!

¡Cómo baila la rumba la negra Tomasa!
¡Cómo baila la rumba José Encarnación!

Ella mueve una pierna, ella mueve la otra,
él se estira, se encoge, dispara la grupa,
el vientre dispara, se agacha, camina,
sobre el uno y el otro talón.

¡Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui!
¡Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui!

Las ancas potentes de niña Tomasa
en torno de un eje invisible,
como un reguilete rotan con furor,
desafiando con rítmico, lúbrico disloque,
el salaz ataque de Ché Encarnación:
muñeco de cuerda que, rígido el cuerpo,
hacia atrás el busto, en arco hacia?lante
abdomen, piernas y brazos encogidos
a saltos iguales de la inquieta grupa
va en persecución.

Cambia e?paso, Cheché; cambia e?paso, Cheché.
Cambia e?paso, Cheché; cambia e?paso, Cheché.

La negra Tomasa, con lascivo gesto,
hurta la cadera, alza la cabeza,
y en alto los brazos, enlaza las manos,
en ellas reposa la ebónica nuca
y, procaz, ofrece sus senos rotundos,
que, oscilando, de diestra a siniestra,
encandilan a Chepe Chacón.

¡Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui!
¡Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui!

Frenético el negro se lanza al asalto
y, el pañuelo de seda en sus manos,
se dispone a marcar a la negra Tomasa,
que lo reta, insolente, con un buen vacunao.
?¡Ahora!?, lanzando con rabia el fuetazo,
aúlla el moreno. (Los ojos son ascuas, le falta la voz
y hay un diablo en el cuerpo de Ché Encarnación).
La negra Tomasa esquiva el castigo
y en tono de burla lanza un insultante
y estridente ?¡No!?
y, valiente se vuelve y menea la grupa
ante el derrotado José Encarnación.

¡Zumba, mamá, la rumba y tambó!
¡Mabimba, mabomba, mabomba y bomgó!

Repican los palos,
suena la maraca,
zumba la botija
se rompe el bongó.

Y las cabezas son dos cocos secos
en que alguno con yeso escribera,
arriba, una diéresis, abajo un guión.
Y los dos cuerpos de los dos negros
son dos espejos de sudor.

Repican las claves,
suena la botija,
se rompe el bongó.

¡Chaqui, chaqui, chaqui, chariqui!
¡Chaqui, chaqui, chaqui, chariqui!

Llega el paroxismo, tiemblan los danzantes
y el bembé le baja a Chepe Cachón;
y el bongó se rompe al volverse loco,
a niña Tomasa le baja el changó.

¡Piqui-tiqui-pan, piqui-tiqui-pan!
¡Piqui-tiqui-pan, piqui-tiqui-pan!

Al suelo se viene la niña Tomasa,
al suelo se viene José Encarnación;
y allí se revuelcan con mil contorsiones,
se les sube el santo, se rompió el bongó.
¡Se acabó la rumba, con-con-co-mabó!
¡Pa-ca, pa-ca, pa-ca, pa-ca, pa-ca!
¡Pam! ¡Pam! ¡Pam!


José Zacarías Tallet (Matanzas, 18 de octubre de 1893-La Habana, 21 de diciembre de 1989) destacado intelectual y revolucionario cubano al que debemos uno de los primeros textos de la poesía negra, “La rumba”, escrito en 1928.

Poeta, cronista, periodista y defensor a ultranza del idioma español, dejó una huella profunda en la cultura cubana.

Como periodista trabajó para el periódico El Mundo (1927-1933), se desempeñó redactor de la revista Baraguá (1937) y miembro del consejo de dirección de la Revista Avance entre 1927 y 1928.

Su obra poética comenzó a figurar en antologías en 1926, pero no fue hasta 1951 que la vio reunida en un libro, La semilla estéril.

Del periodismo se retiró en 1968, pero colaboró de forma activa en la revista Bohemia en la sección Gazapos, que aparece recopilada en un libro que concentra mi atención por estos días Hablemos de Gazapos y Gazapitos.

Como revolucionario participó en La Protesta de los Trece, encabezada por Rubén Martínez Villena, en La Liga Antiimperialista y en el Movimiento de Veteranos y Patriotas.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Fula y otros cubanismos

Los cubanos muy creativos con el lenguaje, organismo vivo, en desarrollo. Algunos vocablos engendrados por la mente ingeniosa y feraz del pueblo tienen una aparición que podría considerarse feliz, nos gusten o no. Lo cierto es que llegaron para quedarse

Ese es el caso de fula, forma simplificada de fulastre para referirse a la persona de mal carácter, pesada y no precisamente por el exceso de grasa corporal.

Ambos términos son recogidos por la Real Academia de la Lengua Española como cubanismos. La que limpia, fija y da esplendor registra que en la isla esa voz se utiliza para llamar al dólar estadounidense, y en forma despectiva a la persona en que no se puede confiar.

Como el dólar norteamericano dejó de circular en Cuba, esa palabra designa al CUC, moneda cubana convertible o chavito, voz que, creo, cede cada vez más ante fula.

También fula es una etnia africana de Nígeria, Níger, Guinea Conakry, Guinea Bissau y otros países del continente negro.

Al igual que los mandigas, congos y karabalíes, yorubas y ararás, los fulas fueron arrancados de su tierra y vendidos en la isla y otros países de Latinoamérica, donde dejaron su huella cultural.

Otras palabras que no recoge la RAE, pero que son populares entre los cubanos, principalmente entre los de un nivel cultural medio o bajo, aunque no es raro escucharlas en labios de algunos universitarios, es gao sinonimia populachera de casa.

“Ir pa´ la pincha” entre los de aquí es marcharse al trabajo, y pincho es la persona con altos cargos en el gobierno o las fuerzas armadas.

Un tipo “maceta”, es aquel con mucho dinero producto del negocio, cubanismo que recoge la RAE, aunque esa palabra también tiene otros muchos significados.

Entre los cubanos- y venezolanos según la Real Academia de la Lengua- se ha generalizado obstinación como sinónimo de hastío y aburrimiento.

Los vocablos de nueva creación abundan en la mayor de las Antillas, algunos vienen a enriquecer el lenguaje, otros como gao y acere, no son de mi gusto, pero ahí están y ya forman parte del español que se habla en Cuba.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Nuestra ceguera blanca

Navegaba por Internet cuando descubrí en una revista electrónica cubana llamada Esquife un ensayo publicado en marzo del 2006, se titula Nuestra Ceguera Blanca. El problema del racismo en la conciencia social de los cubanos de cualquier raza esta tratado con objetividad y cierta pincelada de humor. Léanlo y disfrútenlo.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Marginalidad

Cuando se habla de marginalidad, las personas generalmente asocian esa palabra con la "negrá del solar", que usa dientes de oro, se compra ropas caras en la Shopping, ponen la música a todo volumen y la casa se les viene encima por falta de atención.

Tampoco esas personas pertenecen a ninguna organización política o de masas, o en muchos casos, si están integrados, lo hacen para que el jefe de sector no les haga la vida un yogurt y seguir en sus cosas, en la lucha...

Cierto, esos son marginales, en parte, por una cultura heredada, la del solar y la pobreza, que por inexplicable que parezca se enraíza, pasa de una generación a otra.

Pero el fenómeno de la marginalidad resulta mucho más complejo, va más allá de la negrada. También está el que está comprometido con alguna organización y sin embargo, pertenece a ella porque le conviene o aquel que ha alcanzado holgura económica y mira al resto del mundo por encima del hombro. Ese también es un marginal.

lunes, 25 de agosto de 2008

El Mercado de Cuatro caminos

El Mercado de Cuatro Caminos- llamado así por las esquinas donde se encuentra enclavado-, una manzana que abarca la calle Cristina, Monte, Arroyo y Matadero- es uno de los lugares más concurridos por los habaneros.

Al Mercado Único, otro de sus nombres, van los cubanos a comprar lo mismo un ramo de flores para los orishas (santos), o adornar la casa, que viandas, vegetales, gramíneas, carnes… en fin.

Pero Cuatro Caminos no solo es el lugar a donde se puede ir a comprar o a regatear (tratar de adquirir el producto deseado a un precio más bajo), también es un reflejo de la expresión cultural y social del cubano en toda su rica complejidad.

En si mismo, el edificio de tres plantas tiene una arquitectura ecléctica, como el resto de los edificios de La Habana, cuya vistosidad se ha visto dañada por el deterioro que impone el tiempo y también el hombre.

Ahora, el lugar de confluencia de miles de cubanos, es objeto de una dudosa reparación. Para el transeúnte, solo un poco de maquillaje en el deteriorado rostro del viejo mercado.

sábado, 9 de agosto de 2008

Cuba: Ambrosio Echemendía, el poeta esclavo

Por Mayra Pardillo Gómez

Sancti Spíritus, Cuba (PL).-Contados fueron los esclavos que tuvieron la oportunidad de demostrar destreza e inteligencia y mucho menos en la cultura. Uno de estos pocos casos resultó el de Ambrosio Echemendía.

Francisco Marín Villafuerte, en Historia de Trinidad (1944), lo menciona muy brevemente al decir que ó se editó un libro de versos del poeta Ambrosio Echemendía, impreso que tiene su cubierta en esta forma: Murmullos del Táyaba. Poesías por Máximo Héroe de Neiba, Trinidad de Cuba, Oficina Tipográfica de Rafael Orizondo 1865” .

Al indagar sobre este tema en el Archivo Histórico Provincial, encontramos un interesante material acerca de este hombre que fue comparado con Juan Francisco Manzano ( La Habana , 1797-1854), considerado el más importante poeta esclavo.

Manzano, al nacer, recibió el apellido del esposo de la marquesa de Jústiz de Santa Ana, aunque era hijo de María del Pilar, una de las esclavas favoritas de la aristócrata, y de un mulato también esclavo de la casa, Toribio Castro, diestro en el arpa.

Todos los beneficios que tenía desde su nacimiento se vinieron abajo con la muerte de su dueña. Al pasar al servicio de una parienta de ésta, la marquesa de Prado Ameno, vio erradicados todos sus privilegios y fue tratado con crueldad.

“El esclavo es un hombre muerto", escribió en una de sus obras. Obtuvo su libertad en 1837 por 500 pesos, gracias a una colecta.

Conservado en uno de los Fondos del Archivo Histórico Provincial y escrito por Juan Francisco Hernández, el texto sobre Ambrosio Echemendía recrea una época en que la fuerza esclava ascendía a 10 mil 539 esclavos de ambos sexos en el término municipal de Trinidad.

La población total estaba compuesta, además, por ocho mil 915 libres de color y 17 mil 826 blancos.

El bardo nació en el seno de la acomodada familia integrada por el licenciado en Derecho Diego Manuel Echemendía y Pina, su esposa María Andrea Muñoz González y los 11 hijos del matrimonio.

Ella era hija del coronel José Fernando Muñoz y Herrera, uno de los descendientes del Muñoz que menciona el célebre geógrafo y naturalista alemán Alejandro de Humboldt (1769-1859), por haberlo hospedado en su residencia en Trinidad una noche de marzo de 1801.

NACE OTRO BARDO ESCLAVO

El miércoles 6 de diciembre de 1843 ve la luz un niño pardo esclavo, hijo de padre desconocido y de Calista Malibrán, esclava del auditor Diego Manuel Echemendía.

Trece días después es bautizado en la Iglesia Santísima Trinidad, recibiendo por nombre Ambrosio y por apellido el de su propietario, costumbre extendida en esa época.

El 3 de enero de 1851, cuando contaba con siete años, muere su primer amo y entonces él y su madre pasaron en herencia al hijo mayor, el licenciado Fernando Echemendía Muñoz.

Ambrosio y su progenitora fueron entonces a residir al hogar de éste, en calidad de esclavos domésticos.

El nuevo dueño era un joven intelectual de ideas liberales que aborrecía la esclavitud, sin ser un abolicionista comprometido.

En el ocaso de su vida, exiliado en Jamaica durante la guerra de 1868, Fernando escribió el artículo Esclavitud y Emancipación, en el cual calificaba esa triste página de la historia de la humanidad como ó el mayor crimen que desde Adán se ha cometido al hombre”.

El autor del texto consultado considera como un caso raro el de Ambrosio, ya que su dueño se preocupó por educarlo y con siete años lo envió a la escuela, contrario a lo ocurrido con Manzano.

Mientras éste tenía que esconderse para aprender, Ambrosio va al colegio y cuando ya le es imposible continuar, por su condición de negro y de esclavo, su amo le imparte clases de Literatura y de Historia, le ofrece su biblioteca y le orienta en las lecturas.

SUS VERSOS VEN LA LUZ

A los 17 años, Ambrosio escribe los primeros versos bajo el seudónimo de Macsimo Hero de Neiba, según el autor del texto consultado en el Archivo Histórico Provincial, que difiere a la escritura citada por el historiador Francisco Marín Villafuerte.

En Trinidad, cuyo centro histórico fue declarado en 1988 por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad , desde 1801 se comenzaron a celebrar tertulias literarias y en ellas recita sus primeros versos, unas décimas, A Mercedes.

Otro poeta, José Antonio Cortés, director del periódico Correo, los publica en ese órgano de prensa.

Desde entonces Ambrosio es un asiduo participante en las tertulias donde se leen sus versos, se le aconseja e insta a que improvise, a lo cual siempre daba una negativa alegando: ó lo que otros escriben en el aire, yo lo escribo en el papel ó .

El Correo de Trinidad continúa la difusión de sus versos y el propio amo, en viaje a La Habana , los lleva para su publicación en El Siglo.

Todo parece indicar que logró una cultura literaria bastante amplia, la cual le permitió mencionar a personajes de la Historia Antigua de Grecia y a destacados cubanos como Gertrudis Gómez de Avellaneda.

De acuerdo con la investigación realizada, empleó la décima, la octava real, cuartetas y sobre todo el soneto.

Obtuvo su libertad en 1869, poco antes de que su amo marchara al extranjero ante la persecución por parte del gobierno español.

Entre los versos escritos por el poeta esclavo figuran A la memoria del sabio cubano D. José de la Luz y Caballero, A mi señor (en su partida) y A un incrédulo de mis versos (improvisado).

En estos últimos califica su situación social de” pobreza, esclavitud, color maldito”, a pesar de que él, similar a Manzano, tuvieron mejor suerte si se compara con otros miles de esclavos y sus descendientes.

Corresponsal de Prensa Latina en Sancti Spíritus.

sábado, 2 de agosto de 2008

Lascivia

Muchas ideas preconcebidas existen sobre la manifestación de la sexualidad-cuando del sexo se habla- de los negros y también de los blancos.

Casi siempre a los primeros se les achaca una fama mayor de irrespetuosos y lujuriosos al dirigirse a una mujer. Por el contrario, generalmente los blancos son considerados personas más finas y educados.

Lo cierto es que los ¿piropos? irrespetuosos pueden salir de los labios de cualquier cubano, sea cual fuere el color de su piel.

lunes, 28 de julio de 2008

Carnavales


Virtudes Feliú Herrera | La Habana

El 1 de agosto comenzarán los Carnavales en La Habana, la festividad más esperada por los capitalinos, aunque ha perdido mucho de su brillo y magnificiencia de hace algunos años.

Sobre el orígen de esa celebración en Santiago de Cuba, Camaguey y La Habana trata este trabajo de Virtudes Feliú Herrera, tomado de La Jiribilla.


Las fiestas carnavalescas son abundantes en el territorio nacional cubano; mas, debemos diferenciar a aquellas que conservan carácter tradicional, por ser estas las que motivan el presente trabajo. Los carnavales más populares eran los de Santiago de Cuba, Camagüey y La Habana; sobre todo, el primero, famoso por su alegría y participación colectiva.
En el interior del país (desde las provincias centrales a las orientales) se celebraban por San Juan y San Pedro, Santiago, Santa Ana y Santa Cristina (del 24 de junio al 25 de julio) los fines de semana. En la capital, en cambio, los carnavales se estructuraron en torno a los tres días anteriores al inicio de la cuaresma.
Esta fiesta se ha conocido con distintas denominaciones: antruejo, camestolenda, mascaritas y otras, según el lugar y la época. Tenemos noticia de que en La Habana se efectuaron las carnestolendas desde mucho antes de 1585, pero es de suponer que las recién fundadas villas, cuya economía se desarrollaba lentamente y que ya tenían que atender los gastos que originaba la fiesta del Corpus, no podían dedicar una atención mayor a otra festividad que también llegaba insertada en el calendario católico por la fuerza de la tradición y fue dejada desde sus inicios a la espontaneidad popular. Por tanto, para su celebración se utilizaron los mismos elementos profanos que acompañaban a la fiesta del Corpus; o sea, la comparsería y aquellas llamadas "invenciones" y los elementos que llevaban en "carros" como la tarasca o también los "gigantes" o muñecones, como diríamos en la actualidad. Pero sobre todo las comparsas de "mamarrachos", el acompañamiento habitual de aquellas procesiones.
En pueblos de zonas rurales se entremezclaban elementos de las fiestas campesinas con los propios de la fiesta, solían incluirse peleas de gallos, serenatas, piezas de dominó y argollas.
En el ámbito de las ciudades coloniales se conmemoraba el día de la epifanía de Nuestro Señor o día de reyes (6 de enero), fiesta de la liturgia católica. Los cabildos de las distintas etnias africanas recorrían las calles, con una parada final en la sede del gobierno. El origen de este "carnaval negro" ha provocado varias discusiones: unos opinan que los negros imitaban a la tropa que pedía el aguinaldo el 6 de enero acompañada de pitos, tambores y cometas; mientras otros entienden que los negros festejaban al rey negro Melchor, santo que por ser de su raza habían adoptado como su patrono celestial. Fernando Ortiz se inclina a pensar que los negros imitaban la costumbre practicada por los esclavos del rey en América, quienes acudían a pedir el aguinaldo al representante de su amo. Opina Don Fernando que: "Con el tiempo acudirían los mismos esclavos, solicitados quizá por los gobernadores que encontraban así un modo de sostener una fiesta popular y captarse las simpatías de los esclavos en general, de cuya adhesión no estuvo nunca muy seguro, según se ha dicho".2
Esta costumbre de felicitar el 6 de enero al Capitán General y solicitar el obsequio del aguinaldo, hizo que cada cabildo tratara de mejorar sus salidas, perfeccionando trajes y pendones particulares con afanes competitivos. Al mismo tiempo significó una interinfluencia entre las propias etnias africanas. Al revivir las fiestas de sus tierras se produjeron un análisis y síntesis dentro de las relaciones sociales existentes. El negro se hizo representativo de hechos y funciones que se revivían.
En Cuba, los blancos celebraban estas fiestas en "tiempo de cuaresma" según apuntamos antes, aunque esto no era óbice para que se efectuaran bailes y lucidos paseos durante varios domingos "de piñata", "de la vieja" y del "figurín del entierro de la sardina", en alusión a antiquísimas tradiciones hispanas.
La referencia más antigua de un baile de carnaval pertenece al año 1833, a la que sigue un artículo titulado "Idea de un buen baile" de González del Valle, quien en 1841 escribe acerca de los bailes de carnaval que se efectuaron en distintos salones y teatros de nuestra ciudad con máscaras y disfraces.3 Los lugares más utilizados eran el teatro Tacón, Diorama, Tivolí y Villanueva, así como el café La Lonja. La celebración incluía paseos por las principales avenidas (Calzada de la Reina, A1ameda de Paula, el Campo de Marte, y otros). Las damas utilizaban coches y quitrines con guirnaldas de flores. Los hombres, casi siempre disfrazados, iban a caballo o a pie. A su paso recibían flores, las que más tarde se sustituyeron por serpentinas y confetis. Estos paseos, al evolucionar en la época republicana, crearon un jurado que otorgaba los premios desde una glorieta. La primera noticia de un carnaval estructurado y organizado más o menos como lo conocemos hoy, data de 1902, cuando por medio de un mandato alcaldisio se regula el itinerario de la fiesta.
En Santiago de Cuba, centro oriental de la división gubernativa colonial, los carnavales se realizaron en una época que permitía incorporar un mayor número de personas de las clases humildes y de fuera de la ciudad, con la consiguiente movilidad demográfica, junto a la beneficiosa migración francesa y catalana -clase trabajadora dedicada a labores diversas- y a la vez se contaba con poblaciones que, aunque con vida económica independiente, tenían en Santiago un lugar de escalada; y la coincidencia de estar cerca de varias fechas en las cuales se conmemoran distintas fiestas católicas. Todo eso hizo que las fiestas de carnaval santiagueras tuvieran otros modelos y motivaciones de las de La Habana, pues en dicha ciudad oriental se tornó la fiesta de participación colectiva más igualitaria y sin carácter de espectáculo contemplado desde fuera ni un recorrido oficialmente determinado, y que dependiera de los sitios de concentración y de las calles que las conectaban, para lo cual la topografía de la ciudad se prestaba con sus pequeñas plazas, a sólo unos pasos unas de otras, dispuestas en abanico en el espacio que era antaño la ciudad.

Juan Pérez Villarreal relata la composición del carnaval santiaguero a finales del siglo XIX: "En la temporada de carnaval que tiene lugar en pleno verano, el derroche y la algarabía suben de punto, singularmente los días de Santiago, San Pedro y San Joaquín en que se liba y baila por todo lo alto, sobresaliendo en estos festejos las llamadas re1aciones compuestas por improvisados saineteros, los que detenidos en las esquinas del trayecto, allí donde el gentío es más denso, en una especie de escenario al aire libre, actuaban en críticas y befas de los actos públicos y privados de autoridades y familias de rango, coreadas por las carcajadas y chiflidos de la muchedumbre. Las comparsas de Moros y Cristianos a lo largo del paseo remedaban encuentros de arma blanca.
"Los Cabildos negros sobresalen por el lujo de los vistosos adornos y los trajes suntuarios que lucen las reinas de diversas naciones. Los amos de esclavos participan de estos desfiles al compás de los cantos y tambores, ruidos de almirez, botijuelas y maracas. Gustaban adornar los cuerpos de las negras lindas con pulsos de oro, diademas de piedras preciosas, gargantillas y dormilonas de diamantes y exóticos mantones de Manila. Las reinas con sus tronos eran llevadas en andas".4
En esta descripción sobresale un elemento propio del panorama santiaguero, nos referimos al teatro netamente popular, llamado "de relaciones" que ponía en ridículo las costumbres y usos de autoridades y burguesía. Era vehículo idóneo para ironizar y, a la vez, protestar de la actuación política y social entre risas, forma del comportamiento muy común del cubano.
En Santiago de Cuba, casi todas las comparsas se originaron en tumbas francesas y cabildos africanos existentes en numerosos barrios. La influencia cultural francesa proveniente de Haití se hizo sentir a través de los cabildos Cocuyé, Carabalí Isuama, Carabalí Olugo, Cabildo Lucumí, Cabildo del Tivoli, Cabildo Vivi San Salvador de Horta, Cabildo de Congos y otros.
La presencia africana se patentizó en negros y mulatos descendientes de aquellos que fundaron las comparsas, paseos y las comparsas-congas. A mediados del 800, según hemos podido conocer por algunos informantes entrevistados, la gran influencia de la cultura africana en los carnavales santiagueros se evidencia en los ritmos, instrumentos y formas danzarías propias de sus tierras de origen; único elemento que, junto a la religión, pudieron conservar con fuerza sus culturas. Las fiestas tradicionales de San Juan y San Pedro devinieron fiestas de carnaval en la provincia Camagüey. Entre 1725 y 1728 empezaron a celebrarse las fiestas patronales de los referidos santos en la otrora Puerto Príncipe el 24 de junio (día de San Juan), extendiéndose hasta finales de mes.
Durante el siglo XIX, el San Juan alcanzó su más alto esplendor debido, en gran parte, a la contribución brindada por el Regimiento Fijo de Cuba, creado en 1780, el cual llegó a la ciudad en 1827. "La oficialidad de este cuerpo en su mayoría cubana, inició la época del brillantísimo San Juan Camagüeyano, que llegó a ser el carnaval más notable, no sólo en la Isla de Cuba, sino de muchas capitales de Europa".5
El primitivo y rural San Juan a caballo quedó relegado paulatinamente ante el empuje de otras diversiones. En una crónica de 18396 se refleja la nostalgia de algunos por aquellas primeras fiestas, como un recuerdo de antiguos muchachos. Se dice que el último se realizó en 1819. Los caballos que participaban eran engalanados con flores y se les trenzaban el rabo y la crin, del mismo modo que en Santiago de Cuba.
Otras noticias de 1866 nos refieren la riqueza que adquiere la fiesta cada año. Se habla con orgullo de las carrozas finamente adornadas, las reinas de belleza elegidas por primera vez a iniciativa de algunos vecinos, la sabrosa comida preparada para la ocasión: lechón asado, arroz con pollo, salpicón hecho con picadillo de carne, pepino, hierba buena, piña, hojas de ciruela, aceite y vinagre. Paralelamente se oferta un ajiaco creación colectiva de todos los vecinos, situando en cada cuadra una olla para consumo de la comunidad. Esta tradición se conserva con gran fuerza y constituye un rasgo típico de la fiesta. Uno de 1os juegos propios de esta fiesta que mayor popularidad alcanzó fue la caza del berraco, simpática actividad surgida en el siglo XIX y prohibida luego por un trágico accidente. En 1842, el gobernador Francisco de Paula Alburquerque lo abolió por "peligrosa y contraria a la decencia pública y las buenas costumbres",7 tal y como era el decir de la época.
Durante los días festivos, la ciudad se colma de vecinos de pueblos a1edaños que llegan a disfrutar esos días de esparcimiento. Se llevan a efecto tómbolas y verbenas, repiques y bailes en los barrios La Vigía, Las Mercedes, Saratoga, Matadero, Cristo, Carmen y la plazoleta de Bedoya.
Con menos incidencia nacional existieron y aún sobreviven algunos complejos que, si bien no se consideran fiestas caracterizadas totalmente con las actividades propias del carnaval (comparsas, carrozas y congas), poseen otros elementos análogos que las encasillan dentro de este grupo de divertimiento. Se estiman como popu1ares y tradicionales los llamados "carnavales acuáticos", presentes aún en Caimanera (provincia Guantánamo) y Morón (Ciego de Ávila). Estas expresiones, como su nombre indica, se desenvuelven en el agua y poseen toda una serie de juegos y competencias que se desarrollan en ella, rasgo que las diferencia de las demás. Se rescataron durante la investigación nacional realizada por las comisiones provinciales del Atlas etnográfico de Cuba y devueltas al disfrute de la población debido a la gran popularidad de que gozaban. En ocasiones, el carnaval toma diversos nombres, hay regiones en que se llaman mamarrachos (Santiago de Cuba), carnaval de las flores (Ciego de Ávila), Montompolo (Guantánamo) y carnavales de San Joaquín (en algunas poblaciones de Granma y Guantánamo); mas, todas conservan elementos similares que permiten identificarlas.
Las fiestas y salidas de comparsas fueron aprovechadas por los intereses políticos, sobre todo, durante la república. Se autorizaba o prohibía según conviniera a los gobernantes del momento. A esto se unieron las consecuencias derivadas de la penetración capitalista norteamericana en la industria y el comercio, después de la proclamación de la Constitución de 1901. Las grandes firmas distribuidoras se valían de todos los medios con el fin de colocar sus anuncios, para propagar ventajas de sus productos. Nuestras fiestas se convirtieron en contexto propicio para sus propósitos mercantilistas. El método más usual era el "apadrinamiento" de una comparsa o carroza a cambio de poner el anuncio en los lugares más visibles al público: las farolas, pendones, capas, sombreros, disfraces e instrumentos musica1es resultaban los más empleados para tal fin. Este fenómeno también se producía por la situación económica que confrontaban las agrupaciones populares tradicionales. Sin apoyo oficial suficiente para cubrir sus gastos y carentes de fondos propios, se veían obligadas a aceptar este sistema de protección.
En nuestras fiestas de carnaval, la influencia de la sociedad de consumo se reflejó en una degeneración de las costumbres. En los llamados "festejos de invierno" de la capital, las carrozas se transformaron en anuncios ambulantes; el sello femenino se usó como elemento llamativo. Con el afán de atraer turistas yanquis se sacrifican los rasgos tradicionales de la fiesta, y se deja a un lado la participación popular, al poner los recursos a disposición de un espectáculo propio para ser disfrutado pasivamente desde un palco. Este mecanismo también envolvió a comerciantes, industriales, políticos y militares, quienes de inmediato se percataron de la favorable campaña publicitaria que proporcionaban los festejos. Los políticos veían la posibilidad de obtener votos suficientes para ser elegidos y los militares acumulaban ganancias mediante el soborno y la tolerancia de actos delictivos.
Los carnavales de Santiago de Cuba no escaparon de esta situación, la comercialización de los festejos se estableció a través del comité denominado "Gran Semana Santiaguera", entre 1948-1956. En él se concentraban los grandes intereses económicos: instalación de kioscos, adornos de calles, comparsas y paseos.
El San Juan camagüeyano, como las demás fiestas carnavalescas de relevancia, padeció en menor medida esta exp1otación. Grupos tradicionales de gran arraigo popular, como la comparsa El Lirio Blanco, tuvieron que someterse a esta tutela a cambio de una pobre financiación que les garantizaba la salida de cada año. Del mismo modo comenzaron a proliferar los juegos prohibidos, concursos para obtener ciertos premios que beneficiaban la venta de algunos productos.
La labor de revitalización de festejos tuvo en los carnavales un objetivo primordial, por ser éstas las fiestas más populares del país. Al respecto se ha efectuado un trabajo dirigido en dos sentidos: la revitalización de la fiesta como un todo de reanimación y/o algunos de sus elementos.
Hubo lugares donde se sustituyó el carnaval por otra fiesta, a la cual se le denominaba comúnmente del mismo modo sin sus elementos particulares. Se ha hecho un esfuerzo serio en esté sentido; no obstante, no podemos afirmar que este empeño se haya logrado plenamente. Existen todavía lugares que efectúan estas nuevas fiestas y también se da el caso de municipios que realizan de manera indistinta ambas actividades. En el peor de los casos no se ha alcanzado revitalizar el verdadero carnaval y se siguen improvisando "fiestas populares" que no tienen una acogida colectiva.
Si bien es verdad que el Estado revolucionario ha cuidado y apoyado el rescate y revitalización de las fiestas populares, al proporcionarles los recursos necesarios para su celebración, no es menos cierto que, producto del proceso de transición que vive el país y las difíciles condiciones económicas que enfrentamos, se advierten deficiencias en el resultado final de la preparación. Notamos que el período acostumbrado de planificación se ha acortado, se inician las labores de construcción de carrozas con muy poco tiempo de antelación y, a veces, algunos materiales fundamentales no llegan a tiempo. Al triunfo de la Revolución nuevos factores se sumaron al carnaval, como la participación de los sindicatos en estos festejos. Olvidamos, sin embargo, que la característica esencial de los carnavales radicaba en que las comparsas pertenecían a determinados barrios, poseedoras de una rica tradición fuertemente arraigada en la población. Con la sectorización de los carnavales por sindicatos, lo principal resulta el renglón productivo o de servicios a que pertenece el trabajador y no al barrio de donde proviene.
No obstante, y a pesar de las limitaciones económicas existentes, el carnaval tuvo su apogeo en las décadas del 60 y 70, pero a finales de esta última ya no eran los mismos. Se aprecia poca creatividad en la confección de carrozas y vestuario, en la escasa riqueza de los números musicales que se interpretan. Es necesario encontrar una línea de trabajo que requiere excelentes coreógrafos, diseñadores, bailadores y modelos con talento y belleza física. La situación también podría mejorar si se convocara a concursos para seleccionar adecuados diseños de carrozas, pendones y vestuarios, con una rigurosa supervisión en lo referente a sus resultados estéticos. Se evidencia la necesidad de engalanar debidamente las áreas carnavalescas, que los círculos sociales, casas de Cultura y otras instituciones intensifiquen sus actividades, con una mayor atención a lo relacionado con la tradición del carnaval, dejando a un lado la concepción del espectáculo.
En los últimos años existe cierta mejoría en la organización y proyección general del festejo en la capital. Se ha emprendido un trabajo serio con las agrupaciones populares tradicionales, reteniendo el origen del barrio de éstas.
Las comparsas Los Payasos, Las Boyeras, La Sultana, Los Faraones, El Alacrán y otras, tienen una atención mayor con una preocupación por la reafirmación de sus características tradicionales. En el caso de la comparsa Los Payasos se realizó una reanimación artística contemporánea que ha causado una notable aceptación popular.
Mayor atención artística y adecuado apoyo material son los factores que han posibilitado un punto de partida que promete mejores resultados. Hay otros colectivos de más reciente creación que ya muestran un salto artístico favorable, la comparsa de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) constituye un buen ejemplo de ello. En los carnavales más recientes han salido comparsas por municipio, que si bien aún les falta una línea artística definida y cierta cohesión, pueden ser elementos a tomar en cuenta en la evolución favorable del carnaval habanero. Se impone seguir el trabajo en este sentido, que dé pasos consecuentes durante todo el año con el fin de alcanzar cada vez mejores resultados de manera, que la población vuelva a disfrutar de sus festejos como años atrás.
Notas:
1 María Teresa de Rojas: Índice y extractos del archivo y protocolo de La Habana, Oscar García, La Habana, 1947, t. II, p. 303.
2 Femando Ortiz: La antigua fiesta afrocubana del Dia de Reyes. División de Publicaciones, Ministerio de Relaciones Exteriores, La Habana, 1963, p. 23.
3 Tomado de la obra "La literatura costumbrista cubana de los siglos XVIII y XIX", de Emi1io Roig de Leuchesring, perteneciente al fondo del Museo de la Ciudad de La Habana.
4 Juan Pérez Villarreal: Oriente: biografía de una provincia, Editorial Siglo XX, La Habana. 1960, p. 142.
5 Índice histórico de Camagüey, Academia de Ciencias de Cuba, La Habana, t. 11, 1968.
6 Gaspar Betancourt Cisneros: "Escenas cotidianas", en Gaceta de Puerto Príncipe, 3 de julio de 1839.p. 1.
7 El Camagüey legendario, Instituto de Segunda Enseñanza. Camagüey, 1944, p