Este interesante trabajo investigativo sobre la presencia de estudiantes negros en las Universidades lo encontré en las páginas de la revista Almamater.
Tanto como las altas instancias
de la Revolución, los
universitarios cuestionan
que se hayan borrado del todo
las diferencias en el estatus
de la población negra en Cuba
Etnia, origen y cultura. El que no tiene de Congo...Por Sandra Pérez, Héctor Reyes y Danny González,
estudiantes de Periodismo
(Tutor Hilario Rosete Silva)
TIRANIA DE LA MEMORIA«Y, ¿qué tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial de su vida en esta Cuba nueva? […] Que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no solo entre los alumnos, sino también entre los profesores...»
Así exhortó el Comandante Ernesto Che Guevara a las nuevas generaciones, en el discurso que pronunció en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, al ser nombrado Doctor Honoris Causa en Pedagogía, el 28 de diciembre de 1959. 1
Medio siglo después, en nuestras aulas hay blancos, negros y mestizos, especias de aquel sabroso ajiaco con el que el historiador y antropólogo Fernando Ortiz, definió lo cubano. A diferencia de lo que ocurría en la república burguesa, donde la Universidad era considerada patrimonio de una elite «blanca», hoy todos tenemos derecho a la Enseñanza Superior: cada joven, amparado en un amplio y gratuito sistema de institutos, universidades y sedes municipales, y en la misma gratuidad del material académico, tendría oportunidad de licenciarse. Sin embargo, muchos aún se preguntan si en las universidades cubanas subsisten vestigios racistas. No en vano el Dr. José L. Martínez Barroso, profesor auxiliar de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana (UH), divide el racismo en dos vertientes o categorías.
«Una se inclina hacia lo cotidiano», explicó el sociólogo, «y se expresa en estereotipos, como por ejemplo, cuando nos asombramos de ver una mujer negra con un hombre blanco, o una blanca con un negro. La otra se mueve en los planos ideológico y filosófico, se evidencia en el orden cultural y simbólico, y guarda relación con un todo sistémico, porque va de lo nacional a lo local, tiene que ver con la imagen del negro que se ha querido construir: la Universidad es un subsistema de la sociedad, y no está exenta de los vestigios racistas que permanecen sometidos a la memoria histórica, la experiencia social, la inercia de lo preconcebido y la idea de “crear al otro”.»
DILEMA DE ENGARCEEn el albor de la historia, el Caribe estaba poblado por pueblos amerindios. Dichas etnias primitivas, sufrieron un cambio brusco —y otros posteriores, progresivos y no menos violentos— a causa de la colonización. El choque de las culturas propició el surgimiento de lo «negro» y lo «blanco» cual polos opuestos, raciales y jerárquicos, en los ámbitos social, político y económico. Pensadores de la talla del economista criollo Francisco de Arango y Parreño (1765-1837) se expresaron así:
«Necesitamos (en el campo) una población blanca, que además pueda constituir las milicias. En caso de que (en las plantaciones atendidas por los negros) haya problemas, esa será la fuerza para contrarrestarlos… Escribo para la época en que se borre la memoria de lo que tuvimos que hacer. A los negros los trajimos por necesidad. La sociedad cubana es blanca por esencia.» 2
En octubre de 1886, una orden real abolió la esclavitud en la Isla; los 122 años transcurridos, nada son en la línea del tiempo de la humanidad. Aun cuando en otro octubre, de 1868, los hechos protagonizados por Carlos Manuel de Céspedes en su ingenio Demajagua ya habían iniciado el proceso unificador de la nación, era predecible que los antagonismos arraigados en la conciencia individual y colectiva, exacerbados durante la república, trascendieran a la contemporaneidad.
«El destino del negro dentro de la sociedad como sujeto de conflicto», precisó Yolanda Wood, doctora en Ciencias sobre Arte, «se debe a cuatro razones básicas: fue arrancado de su tierra natal; sometido a un proceso de “deculturación” consciente; colocado en el nivel de esclavo; y despojado de sus derechos humanos y sociales. Los cuatro factores contribuyeron al dilema de interconexión entre las ideas y los hechos ocurridos en el seno de la sociedad cubana.» 3
Las «zagas» se arrastraron hasta aquí y siguieron condicionándonos. En el discurso de clausura del VIII Congreso de la UJC, el Comandante en Jefe Fidel Castro retomó las palabras de un párrafo pronunciado por él, «sin vacilación alguna»,4 en las conclusiones del Congreso Internacional Pedagogía 2003, el 7 de febrero de ese año.
«La Revolución, más allá de los derechos y garantías alcanzados para todos los ciudadanos de cualquier etnia y origen, no ha logrado el mismo éxito en la lucha por erradicar las diferencias en el estatus social y económico de la población negra del país, aun cuando en numerosas áreas de gran trascendencia, entre ellas la educación y la salud, desempeñan un importante papel.»5
SIN MOLESTIAS «En las pruebas de aptitud e ingreso a la Enseñanza Superior, todas escritas, no existe ningún acápite que exija especificar el color de la piel; en ellas solo se evalúa el conocimiento y la preparación de los alumnos; no creo que en mi universidad haya racismo», declaró Jorge García, estudiante de Arquitectura (5to año) del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría.
Otros, como Maroly Loredo, alumna de Medicina (1er año) del Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón, dijo que siendo negra, nunca se ha sentido discriminada por sus compañeros o profesores.
Aunque muchos jóvenes piensen como Jorge y Maroly, la realidad de algunos auditorios universitarios podría analizarse desde otras ópticas. «Basta con mirar la composición de ciertas aulas», consideró Yandrey Lay, egresado de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la UH, «en la mía, de 45 personas, solo cinco éramos, somos, negros, y la mayor parte del tiempo las bromas se dirigían contra nosotros. Nadie decía, “caballeros, miren para el blanco”, y sí, “¡eh!, miren para el negro”. Sin duda, hay discriminación racial, económica y regional.» Aunque el problema ni es crítico, ni quebranta la sociedad que construimos, urge lograr un sincero y abierto acercamiento al tema, sin prejuicios ni incomodidades.
HUMANIDADES SI, COLORES NODicha aproximación evidenciaría cuánto hemos progresado en el conocimiento del fenómeno en los últimos 50 años. Los juicios de Adalberto, «Pepo», Hernández, presidente de la FEU Nacional, confirman ese avance.
«Vista como política segregacionista», ponderó el dirigente, «o como acción que separa o divide, con alevosía, a los seres humanos, la discriminación no se manifiesta ni en la Universidad, ni en ningún otro ámbito del país; pero si analizamos la composición estudiantil de nuestras universidades tradicionales, no incluyo a los beneficiados en los últimos seis años con la Universalización de la Enseñanza Superior, vemos que no se corresponde con la composición poblacional: en muchos centros de la Isla, el número de estudiantes negros es menor que el de blancos.
«La desproporción se refleja en la estructura del Consejo Nacional de la FEU; en el curso académico 2007-2008, el órgano reunió a 158 miembros, y menos del 13 por ciento éramos negros; claro, tampoco la Universidad ni los alumnos son los responsables, ellos eligen a quienes han demostrado cualidades para representar al estudiantado sin que importe su origen étnico; la cuestión es de índole histórica, y tiene que ver con todo lo planteado por el compañero Fidel en la clausura de aquel Congreso de Pedagogía 2003.
«El Comandante habló de una “discriminación objetiva” 6 que afecta a los que a lo largo de la historia fueron los sectores más marginados, y reconoció que aunque la abolición formal de la esclavitud en Cuba se produjo hace más de cien años, los hombres y mujeres sometidos a ese sistema continuaron viviendo durante casi tres cuartos de siglo como obreros en apariencia libres, en barracones y chozas de campos y ciudades, donde las familias apenas disponían de una sola habitación, sin escuelas ni maestros, ocupando los trabajos peor remunerados.
«Fidel recordó que otro tanto ocurría con mucha gente blanca, muy pobre, que emigraba del campo a las ciudades, y confesó que lo triste es observar que esa pobreza, asociada a la falta de conocimientos, “tiende a reproducirse” 7, y que otros sectores, en su mayoría de clase humilde, pero en mejores condiciones de vivienda y trabajo y con mayores niveles de conocimientos, que pudieron aprovechar mejor las posibilidades ofrecidas por la Revolución y hoy son el grueso de nuestros universitarios, también “tienden a reproducir sus mejores condiciones sociales vinculadas al conocimiento” 8.
«Estas ideas nos permiten comprender por qué en una sociedad como la nuestra, al decir del Comandante “determinados sectores están llamados a ocupar las plazas más demandadas en las mejores instituciones educacionales”9, plazas a las que se accede por expediente y exámenes, donde se refleja el influjo de los conocimientos que atesora el núcleo familiar y, más tarde, a desempeñar las más importantes responsabilidades, mientras otros, con menor índice de conocimientos, suelen asistir a centros de estudio menos demandados y atractivos, nutren las filas de los desertores de los estudios en el nivel medio superior y obtienen menor cantidad de plazas universitarias.
«Sobre este mismo asunto reflexionó, desde las páginas de Alma Mater, por los días del natalicio del Che, el profesor Germán Sánchez Otero, actual embajador de Cuba en Venezuela. Afirmaba que para juzgar a los jóvenes, habrá que saber a qué familias pertenecen, si son del campo o la ciudad y cuáles son sus niveles de ingreso y formación educacional, política y cultural; él explicaba que de esto dependerá que unos ingresen en la Universidad y otros no, aún cuando todos tengan la misma edad y hayan estudiado en el mismo sistema; “unos y otros son iguales”, decía él, “pero a la vez unos tienen más posibilidades que otros”.10 Por ahí se cuela la discriminación.
«La FEU deberá preocuparse por extender la comprensión de este fenómeno. A veces la gente me ve por la calle y me felicita porque soy negro y presido la Federación: “Eso es para que demuestres que los negros son más que bailadores, y deportistas.”
Tales declaraciones, ¿no serán sospechosas de racismo?, ¿acaso se felicita al jefe de una empresa que es blanco porque lo es? Cumpliendo el sueño de Martí, la Revolución cultiva entre nosotros “el culto a la dignidad plena del hombre”; mas para recoger los frutos, nadie podría venir a menos; en ocasiones las personas se menosprecian; creen, o se les ha hecho creer, que no alcanzarán ciertas metas porque son negros, o porque son de provincia, o porque para tal deporte o rama del arte se necesita cierto fenotipo; lo que deben hacer es valorarse y enfrentar la vida como seres humanos plenos y dignos».
"TIENE DE CARABALI"«Cualquier cubano podría aproximarse a la cuestión racial; este no es un problema de raza, sino de conciencia; cualquiera podría darse cuenta de que existe el conflicto, e incluso percibirlo desde la ética; pero en lo físico solo el no-blanco puede sentirlo: el otro nunca sufrirá las diferencias por ser negro. No obstante, insisto, cualquiera podría dedicarse al análisis del tema y sentir cómo la exclusión también lo agrede a él. Este no es un asunto de blancos, negros o mestizos, sino de cubanos; en la solución de este problema deberá trabajar, junta y mucho, toda la sociedad.»
Así se expresó el economista y politólogo Esteban Morales en la revista digital La Jiribilla.11 Estudios científicos avalan los valores morales de su discurso y los deberes éticos que emanan de él; no podemos decir, a la luz de análisis especializados, que todos los seres humanos somos iguales; entre un individuo y otro hay una diferencia de tres mil bases nitrogenadas como mínimo; en dicha cifra, el 0,1 por ciento de la información genética de una persona, está el fundamento de la biodiversidad de la especie; con todo, en los últimos años los investigadores probaron la poca validez del concepto de raza.
Primero se clasificó a la humanidad en cinco grupos —negroide, mongoloide, caucásica, amerindia y oceánica—; pero desde la segunda mitad del siglo XX comenzó a quedar claro, que si bien era posible concebir fronteras nítidas entre las subdivisiones según sus rasgos morfológicos —pigmentación de la piel, estructura corporal, forma de la nariz, color, traza y grosor del cabello—, el análisis genético demostraba que las variantes hereditarias cruzaban los límites y les permitían a las razas entremezclarse. Por ende, en el mundo globalizado de hoy ya no podemos hablar de razas puras; el uso del término como elemento de diferenciación es obsoleto; más que blancos, negros o mestizos, deberíamos contar, en el sentido de ser importantes o necesarios, por las acciones que realicemos y, sobre todo, por el amor que le demos al prójimo.
En tiempos de la esclavitud, el habitante blanco de Cuba especulaba sobre «el otro», diferente de él; apuntando a dos de los grupos étnicos que, sacados de África, llegaron a la Isla en calidad de esclavos, presuponía que ese «otro», cuando no tenía de congo, tenía de carabalí.12 Con los años, el dicho se convirtió en bumerán, en frase de negro para defenderse de quienquiera que se las dé de blanco, o se ría de él por ser negro; y alude a la mezcla de rasgos étnicos característica de nuestra ciudadanía.
Los estudios del Centro Nacional de Genética Médica patentizaron, en noviembre de 2007, la verdad de la afirmación: el 73,8 por ciento de nuestros «genes fundadores» proviene de ancestros europeos; el 16,8 de africanos; y el 9,4 de indocubanos y asiáticos…13 Con esos truenos, en el contexto de la población cubana, ¿qué cosa es raza?, ¿quiénes son los negros?, ¿los que son de color blanco y tienen un 70 por ciento de genes oriundos de África, o los de piel negra y tienen un 60 por ciento de genes provenientes de Europa?
Hace 76 años, en el prólogo de Sóngoro cosongo, Nicolás Guillén, nuestro poeta nacional, hito de la literatura caribeña, nos dio, sin proponérselo, una respuesta: «Algún día se dirá: “color cubano”.»14Quizás ese será el matiz que cobraremos todos los jóvenes que, desde las aulas universitarias, aspiramos a convertirnos en profesionales íntegros, libres del prejuicio racial: seguir otro camino sería «desteñirse»…
1 Guevara, Ernesto. «Que la Universidad se pinte de negro, de mulato, de obrero, de campesino.» Obras 1957-1967. Casa de las Américas, La Habana, 1ra edición, t. 2, pp. 34-35./
2 Rosete Silva, Hilario y Guanche, Julio César. «Etnia, raza y unidad nacional.» El hombre en la cornisa. Editora Abril, La Habana, 2006, p. 77./
3 Ídem, p. 88./
4 Castro Ruz, Fidel. Seguiremos creando y luchando. VIII Congreso de la UJC. Discurso de clausura pronunciado por el Comandante en Jefe. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. La Habana, 2004, p. 18./
5 Ídem./
6 Discurso pronunciado por el presidente de la República de Cuba Fidel Castro Ruz, en la clausura del Congreso Pedagogía 2003, en el teatro Carlos Marx, el 7 de febrero de 2003. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2003 /
7 Ídem./
8 Ídem. /
9 Ídem./
10 Rosete Silva, Hilario. «¿Seremos como el Che?» Alma Mater, jun. 2008, No 464, p. 8./
11 «Prisma científico para los desafíos del color». La Jiribilla, sep. 2006, No 279. Dossier 3er Concurso Internacional de Ensayo Pensar a Contracorriente./
12 La nomenclatura de los negros esclavos no se hizo según un sistema etnográfico, sino por empirismo y sobre circunstancias diversas: factorías negreras, poblaciones del interior, etcétera; predominó la geografía, y no la etnología./
13 Datos ofrecidos por la doctora Beatriz Marcheco, directora del Centro Nacional de Genética Médica, en el programa Mesa Redonda de la Televisión Cubana —sobre estudios, revelaciones y atención a problemas de salud en Cuba— transmitido el 22 de nov. de 2007 por Cubavisión./
14 Augier, Ángel. Nicolás Guillén. Obra poética 1922-1958. Volumen 1. Compilación, prólogo y notas por Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1980, p. 102.